Aunque el diezmo que pagan los 16 millones de fieles en el mundo es más de lo que necesita para funcionar, la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días tiene un fondo de inversiones del nivel de Wall Street, cuyo destino es secreto
Cuando alguien piensa en poner a trabajar su dinero, considera tal vez recurrir a algún fondo de inversiones de Wall Street, un especialista en buscar dividendos. Sin embargo, según The Wall Street Journal (WSJ), se podría contar también con un poco de ayuda divina, o al menos de una iglesia, la de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, más conocida como iglesia mormona: “Durante poco más de medio siglo, silenciosamente armó uno de los fondos de inversión más grandes del mundo”. Pero nadie fuera de esa religión lo sabe.
O casi, porque el año pasado un ex empleado de la iglesia presentó una denuncia al Servicio de Rentas Internas (IRS), la autoridad impositiva federal de los Estados Unidos, según la cual el fondo, llamado Ensign Peak Advisors, había acumulado USD 100.000 millones y había utilizado algunos de manera impropia.
La iglesia rechazó la acusación. “Hemos tratado de ser bastante anónimos”, justificó a WSJ Roger Clarke, titular del fondo de inversiones mormón, desde su oficina en Salt Lake City, Utah, ubicada en un edificio que no anuncia en su directorio la presencia de Ensign Peak. El periódico financiero comenzó entonces una investigación entre una docena de ex empleados y socios de la empresa para descubrir la increíble historia de “una firma que pasó de tener una operación de poca monta en los ’90s a convertirse en un gigante comparable a los más grandes de Wall Street”.
Por su estatus de culto, la iglesia mormona no tiene obligación legal de informar sobre sus finanzas, y no lo hace para no desalentar las donaciones de sus 16 millones de miembros en el mundo. “Pagar el diezmo tiene más un sentido de compromiso que de necesidad de la iglesia”, explicó Clarke. “Nadie quiere estar en una posición en la cual la gente crea que no deberían hacer su contribución”.
Si se calculara entre USD 80.000 millones y USD 100.000 millones, la organización tendría el tamaño del fondo de inversiones de tecnología más grande del mundo, Vision Fund, de SoftBank. “Sus posesiones incluyen USD 40.000 millones en acciones en los Estados Unidos, madera en la península de Florida e inversiones en importantes fondos como Bridgewater Associates LP”, estableció el artículo de Ian Lovett y Rachael Levy.
La denuncia de David Nielsen, que fue gerente de carteras en Ensign Peak —y que por eso solicitó presentarse en calidad de informante protegido, o whistleblower— alegó que el fondo no hace aportes benéficos, a pesar de estar inscripto como una sociedad de beneficencia exenta de impuestos. Los encargados de la firma y de la iglesia —que son una sola cosa, subrayaron— aseguraron que cada año destinan casi USD 1.000 millones a causas humanitarias e instituciones caritativas. El denunciante también acusó a Ensign Peak de utilizar donaciones exentas de impuestos para rescatar dos emprendimientos de la iglesia durante la crisis de 2008: una compañía de seguros de vida y el centro comercial City Creek.
“La firma no informa a sus socios comerciales cuánto dinero maneja, una práctica inusual en Wall Street”, destacó WSJ. “Los empleados de Ensign Peak firman acuerdos de confidencialidad de por vida. A la mayoría de los actuales ya no se les dice el total de los activos de la empresa, según algunos de los antiguos; pocos empleados entienden cuál es el objetivo del fondo”.
No se usa para financiar el funcionamiento de la iglesia: las donaciones anuales de los mormones cubren en exceso el presupuesto, sobre el que Clarke no quiso dar detalles pero el periódico calculó en unos USD 5.000 millones anuales. Y son constantes: los miembros del culto deben dar el 10% de sus ingresos, es decir tributar el diezmo, para mantener su condición. Dean Davies, otro funcionario de la institución, dijo que no se habla públicamente sobre los activos “porque esos fondos son sagrados”. Agregó: “No los presentamos para la revisión pública y la crítica”.
Clarke dijo a WSJ que se trataba de una cuenta de reserva a la cual recurrir en tiempos difíciles. “A medida que la iglesia siga creciendo en las zonas más pobres del mundo, como África, donde los miembros no pueden donar mucho, se necesitarán las inversiones de la Ensign Peak para ayudar a financiar las operaciones básicas”, sintetizó el artículo. Otro miembro del brazo eclesiástico que supervisa el fondo, Christopher Waddell, dijo que no se sabe cuándo sucederá otra crisis como la del 2008, y que las inversiones les garantizan que no deberán interrumpir el trabajo misionero.
Cada tanto los líderes eclesiásticos se reúnen a almorzar con los empleados de la firma. Un hombre que ya no trabaja allí recordó que en una ocasión surgió la pregunta del objetivo de todos esos millones.
—Nosotros también quisiéramos saberlo —respondió uno de los líderes.
El ex empleado observó “Siempre decían ‘Ya tendremos indicación del profeta’. Todo el mundo estaba como esperando una indicación de dios”. El profeta es el presidente de la iglesia.
“La mayoría del dinero de Ensign Park proviene de ganancias de inversiones actuales y no de donaciones de miembros, según Clarke. En los años recientes, el fondo ganó alrededor de un 7% anual, dijo”. Esas inversiones excluyen los préstamos, ya que la iglesia advierte a sus miembros contra el endeudamiento, y los rubros que los mormones consideran objetables como el alcohol, las bebidas con cafeína, el tabaco o las apuestas.
Según los ex empleados, el crecimiento se dio durante el mercado alcista de la última época: el fondo pasó de USD 40.000 millones en 2012 a USD 60.000 millones en 2014 a unos USD 100.000 millones en 2019. A medida que sus activos crecían Ensign Peak se volvió más reservada sobre sus operaciones, evaluaron.
“La iglesia estableció su división de inversiones, que luego se convertiría en Ensign Peak, en los ’60s, durante un periodo de dificultades económicas para la fe. En 1969 la construcción del edificio de oficinas de la iglesia debió detenerse cuando se terminó el dinero”, contó WSJ. “Inicialmente contaba con tres empleados y uno de los tres líderes máximos de la iglesia debían aprobar cada transacción. Hacia finales de la década de 1970, según Sovereign Wealth Fund Institute, la división administraba unos USD 1.000 millones”.
En 1997 se fundó Ensign Peak Advisors, una firma legalmente separada. El nombre es el de una colina de Salt Lake City, donde en 1847 Brigham Young y otros pioneros mormones subieron para observar si el valle era un buen lugar para instalarse. Clarke se sumó con una consigna: “Llevar el departamento de inversiones al siglo XX”, del que quedaban pocos años. El ex profesor de la Universidad Brigham Young trabajó tan bien que con la crisis de 2008 la firma sólo debió congelar las contrataciones. Luego volvió a crecer: actualmente emplea a unas 70 personas.
Cada uno de ellos necesitó una recomendación del templo para ingresar a Ensign Peak, un honor que les permite acceder también a otros espacios importantes de la fe. “Ganan mucho menos de lo que ganarían en Wall Street”, estimó la nota. para la mayoría, trabajar en la firma fue “una llamada religiosa”, dijo un ex empleado.
Antes de que los ejecutivos dejaran de compartir información sobre Ensign Peak con los empleados, la compañía creó un sistema de más de una docena de empresas fantasmas para hacer que sus inversiones en la bolsa fueran más difíciles de rastrear. El fin, argumentaron los mormones, era evitar que los miembros de la iglesia imitaran los movimientos del fondo y pusieran en peligro sus ahorros por falta de conocimiento financiero. Una de esas empresas, Neuburgh Advisers LLC, tiene acciones de cientos de empresas, incluidos USD 175 millones de Apple y más de USD 70 millones de Amazon, según su última presentación legal.
La denuncia del whistleblower desató un debate sobre cómo usa sus fondos la iglesia mormona. Para algunos, como Lasi Kioa, inmigrante de Tonga y miembro de la iglesia de toda la vida, “lo hacen bien: ayudan a otras personas, construyen la iglesia”. En cambio Sam Brunson, mormón y profesor de derecho impositivo en la Universidad Loyola, dijo a WSJ que le gustaría que los directivos de la iglesia utilizaran esos USD 100.000 millones para ayudar a quienes hoy lo necesitan: “Podrían hacer mucho por erradicar la malaria o arreglar la red eléctrica en Puerto Rico”, dijo. También, dada esa reserva, se podría liberar a los fieles de la obligación del diezmo y permitir que hicieran sus donaciones a otras instituciones de beneficencia. Y también lo preocupa la falta de transparencia: “Aunque estoy dispuesto a dar el diezmo sin mirar, me gustaría entender qué sucede con ese dinero”.
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